miércoles, febrero 08, 2012

Joselo Schuap en el 49º Sínodo de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata. REPORTAJE

Reportaje al músico litoraleño Joselo Schuap.

“Uno puede decir el mensaje que tiene para dar pero que no se mezcle con el bajón”
Joselo Schuap y su grupo hicieron un recital el domingo 5 de febrero a las 17 horas, en pueblo San Gustavo, Entre Ríos, en el marco del 49º Sínodo de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata.

Luego de una jornada lluviosa, la noche reposaba plácida y fresca. El patio del colegio Secundario número 4, Conscripto Bernardi, de Pueblo San Gustavo, se envolvió de alegría, ya que más de dos centenares de personas bailaban y hacían palmas al compás de los ritmos litoraleños y latinoamericanos que ofrecían Joselo Schuap y su conjunto. Luego de la presentación, Joselo nos habla sobre su labor como músico popular, su visión de la realidad y sus proyectos.

- En los recitales de ustedes podemos comprobar que tu música está llena de vida, es comprometida y alegre; se manifiesta el compromiso social y ecológico junto a la alegría del pueblo.

-Sí, claro, es lo que decía Arturo Jauretche, que nada se puede lograr con la tristeza y que a un pueblo triste. Hay que luchar para que nuestro pueblo no pierda la alegría; uno puede decir el mensaje que tiene para dejar pero que no se mezcle con la tristeza, con el bajón, como se suele decir. Con alegría luchamos para cambiar lo que tenemos que cambiar, para festejar lo que hemos logrado, para empezar de nuevo cuando hay que empezar de nuevo y para levantarse cuando uno se cae.

-Por lo que se puede ver en tu sitio de Internet, los recitales que ustedes organizan son un verdadero punto de encuentro popular, en donde maestros, alumnos, trabajadores, artistas, todos se encuentran. Eso es profundamente transformador.

-Por ahí, nosotros tenemos un formato diferente al de otros artistas, a lo mejor porque no nos queda otra, no sabría decirte. Pero ya le hemos encontrado el gusto. Somos músicos viajeros, peregrinos, callejeros, como se dice de manera despectiva.

Hoy estaba escuchando un tema de una banda amiga, Arbolito, y dice: “somos músicos callejeros, me lo dijeron despectivamente”; pobre del que no sabe y del que no lo siente. En la calle viven las personas del pueblo, entonces, yo quiero tocar en la calle, no nos preocupan tanto los grandes escenarios, que son necesarios para crecer y seguir trabajando.

Yo estoy volviendo de Cosquín, es la sexta vez que tocamos en el escenario mayor. Pero te digo, yo disfruté más hoy acá que lo que hicimos en el escenario Atahualpa Yupanki. Siempre apurados, con el espacio reducido pero también estamos agradecidos a la gente de Cosquín por dejarnos mostrar lo nuestro y que sienten una presión tan grande por elegir artistas que, por suerte, somos muchos en la Argentina.

Ante la realidad de que hay tantos músicos, nosotros no entendemos lo nuestro como una carrera artística porque no competimos con nadie. Queremos compartir nuestra música y no ganarle a nadie. El éxito para nosotros es llegar a un punto en donde el movimiento no se detenga. No tenemos una meta puesta, en donde uno la consiga después ya no hace nada. Como decía en el escenario: “el éxito no es llegar sino ir…”.

-Estás en tu octavo disco, Litoralmente, ¿no? ¿Y qué planes tienen para el futuro?

-Litoralmente es el quinto, después sigue Somos agua, con Mario Bofil y Julián Zini, y el último se llama Machete y chamamé, que es el que estamos preparando ahora, y próximamente vamos a sacar Sembradores, un disco con escuchar música y plantar un lapacho en el patio. Porque la semilla es un comprimido de vida que la naturaleza permite que exista y necesita que germine y que sea respetada y que no sea transformada por intereses exclusivamente ambiciosos.

La semilla, en relación a los alimentos, sufrió muchísimas transformaciones artificiales. Y yo prefiero comer el choclo que plantaba mi abuela pero eso ya está muy lejos de nuestra realidad pero, por lo menos, tratar de que ese ser humano siga siendo ese choclo natural, ese tomate que tenía gusto a tomate, a esa planta de mandioca o de papa que tiene una identidad tan grande entre nosotros y que, a través del paso del tiempo, le dio de comer a tanta gente, desde la historia pre-colombina inclusive.

Todo lo que fuimos perdiendo de identidad en los alimentos, también lo fuimos perdiendo en nuestra cultura. Y yo creo que hay que seguir luchando por eso.

-Desde este ámbito eclesial cristiano, notamos que tenemos muchas preocupaciones comunes con vos; este recital quizás también sea un impulso para abrirnos a los aportes que nos ofrecen desde fuera de las iglesias. Es bueno el poder encontrarnos y compartir un diálogo común.

-Eso eso está buenísimo. La cristiandad o la religiosidad, para ser más abiertos, no solamente pasa por lo cristiano sino por respetar a nuestros pueblos originarios, que creían en Tupá, en Ñanderú-Tupá, en otros parámetros religiosos. Todos apuntan a lo mismo, ¿no?, a tener un respaldo espiritual, que lo necesitamos.

Yo creo en un Dios al que no le tengo miedo, al que siento cerca de mí porque me ayuda, me guía y me da fuerzas para seguir. Y creo en aquel que lo representa siempre que esté relacionado a la humildad, el servicio y al respeto por la gente más humilde, el que más necesitan, como decía Cito Segovia: “en el Cristo de los villeros, en este Cristo yo creo, en este Cristo yo espero, es el Cristo el que trabaja con sus manos, el Cristo de mis hermanos, el Cristo de los villeros.”

Esa canción la grabe en Litoralmente y es un disco que quiero mucho porque me ha traído esas canciones y pude lograr de cantarlas, y poder decir que vivir en el litoral argentino, en el nordeste argentino es una bendición, simplemente porque tenemos agua, tierra y mucha naturaleza.+ (PE)

Nota. El reportaje fue realizado por la Comisión de Prensa Sinodal 2012, del Sínodo de la Iglesia Evangélica Valdense que se realiza en San Gustavo, Entre Ríos.

En los anales se registra que Joselo Schuap nació en Oberá, Misiones, el 30 de abril de 1973. Al instante residió en L. N. Alem, pueblo vecino a 27 km de distancia, ya que el médico de Doña Ida, la mamá de Joselo, tenía problemas políticos, y debió escapar por la ventana trasera de su consultorio, para salvarse de "ciertas presiones" muy comunes del año en curso.+


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