jueves, marzo 10, 2011

El Espíritu Santo creó, crea y creará revolucionarios/as

El Espíritu Santo creó, crea y creará revolucionarios/as. 
Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes. San Mateo 5:10-12

En la celebración del 31º aniversario de la Comunidad Dimensión de Fe, una Iglesia de todos y para todos… decíamos: “Cuando la Iglesia de Jesucristo (sin distinción de credos y denominaciones) logra identificarse con las necesidades de nuestros pueblos, comienza a transitar el largo camino de la lucha por la liberación. Debe saber entonces que es un camino compartido con otros, y que hacer ésta opción por los pobres y vilipendiados de la historia implica ser incomprendidos, porque lo institucional y lo estructural de la Iglesia muchas veces no lo acepta.” 

Esto es así porque cuando la misión de la Iglesia se ejercita al estilo de Jesús, necesariamente suscitan oposiciones y conflictos. Éstos, muchas veces llevan a los/as creyentes/as a retraerse y limitar el alcance de su misión con el fin de evitarse enemistades. 

Lo hemos visto reiteradas veces en el largo camino de la historia de la Iglesia, en el que muchos líderes que se percataron de las injusticias, violaciones, dictaduras, genocidios y saqueos que se cometían en nombre de Dios, prefirieron callar y ser cómplices para no enfrentar a la Iglesia con los estados o con los intereses imperialistas. 

Muchos/as cristianos/as en este tiempo se encuentran en esta encrucijada: logran percatarse de la injusticias dentro y fuera de las Iglesias, y aunque entienden que fueron llamados/as a proseguir con la misión de Jesucristo, las “oposiciones y conflictos”, las fuerzas del mal y los dardos del enemigo, los/as intimidan; y por evitar más críticas y juicios, bajan los brazos, rindiéndose a la complicidad. 

El evangelista Lucas en su segundo escrito, el Libro de los Hechos de los Apóstoles 4:23-31, narra la reacción de cristianos/as primitivos/as frente al poder diabólico que operaba en los sectores religiosos e imperiales de aquel entonces. 

Pedro y Juan, militantes del Evangelio, se habían encontrado con un paralítico de nacimiento que era transportado y colocado a la puerta del templo llamada la Hermosa. Éste cuadro representaba la pobreza, la enfermedad, la discriminación, la exclusión y la resignación de un pueblo oprimido. 

Esta realidad no ha cambiado: las puertas de las Iglesias tienen la misma imagen cuando se pueblan de personas que han sido forzadas a vivir en la calle y que representan a un pueblo empobrecido, excluido y olvidado. 

Como todo excluido y olvidado, de este hombre ni el nombre se conoce, pero allí estuvieron los discípulos de Jesús que oraron por él. Él se puso de pie y comenzó a caminar en pos de un mundo nuevo, ya no dependía de que lo llevaran, ni dependía de las migajas de nadie, pues era un hombre libre. 

Pero los cuestionamientos y los juicios no se hicieron esperar: Pedro y Juan fueron detenidos y encarcelados cuando estaban predicando frente a una gran multitud, pero la semilla ya había sido sembrada y pronto iba a germinar. Muchos abrazaron la fe y se unieron a las filas de los militantes del evangelio. 

Sin dudas que se estaba cumpliendo lo anunciado por Jesús: 

“Les hablo de todo esto para que no vayan a tambalear. Serán expulsados de las comunidades judías; más aún, se acerca el tiempo en que cualquiera que los mate pensará que está sirviendo a Dios. Y actuarán así porque no conocen ni al Padre ni a mí. Se lo advierto de antemano, para que cuando llegue la hora, recuerden que se lo había dicho”. San Juan 16:1-4 

EN EL BANQUILLO 
El escenario era impresionante y tenso: por un lado, el Gran Consejo con todo el poder policial, político, económico y religioso de Israel; y por otro, dos hombres sencillos y humildes injustamente acusados, Pedro y Juan. Estos obreros llenos del Espíritu Santo aprovecharon la ocasión para reivindicar a Jesús Resucitado y su poder liberador frente al tribunal, dejando a los jefes del pueblo y ancianos atónitos. El gran consejo se resiste a perder poder y les prohíben hablar y enseñar el mensaje de Jesús; mientras eran liberados con un gran respaldo popular que daba gloria a Dios, Pedro se queda con la última palabra diciendo: 

“Juzguen ustedes si es correcto delante de Dios que les hagamos caso a ustedes, en vez de obedecer a Dios. Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”. Hechos de los Apóstoles 4:19-20 

Desde ese momento se inaugura un nuevo signo en la vida de la Comunidad Creyente que confirmará la fidelidad de los verdaderos militantes del evangelio de Jesucristo a lo largo de su historia, la PERSECUCIÓN

ORACIÓN Y RESISTENCIA 
Pedro y Juan , una vez liberados, se reunieron con sus compañeros/as para informarles sobre la represión y las amenazas que habían sufrido, y juntos en unidad interpretaron lo sucedido y oraron diciendo: 

Señor, tú hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. Tú, por el Espíritu Santo, pusiste en boca de tu siervo David estas palabras: 
¿Por qué se agitan las naciones y los pueblos traman planes vanos? Se han aliado los reyes de la tierra y los príncipes se han unido contra el Señor y contra su Mesías. 
Es verdad que en esta ciudad hubo una conspiración de Herodes con Poncio Pilato, los paganos y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien Tú ungiste. 
Pero solamente consiguieron lo que tú habías decidido y llevabas a efecto. Y ahora, Señor, fíjate en sus amenazas; concede a tus siervos anunciar tu Palabra con toda valentía, mientras tú manifiestas tu poder y das grandes golpes, realizando curaciones, señales y prodigios por el Nombre de tu santo siervo Jesús.» 
Terminada la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a anunciar con valentía la Palabra de Dios. Hechos de los Apóstoles 4:23-31 

La oración no consiste en peticionarle a Dios que se terminen la represión y los maltratos o no tener más conflictos. Por el contrario, piden valentía y que Dios siga revolucionando las vidas y la sociedad sanando y liberando al pueblo. 

El Espíritu Santo derramado en Pentecostés (Hch. 2) había encendido una llama que jamás se apagará, y que aunque muchos/as intenten desvirtuar la esencia del Pentecostalismo, que es protestante y contestatario, Dios seguirá derramando su amor en las vidas de aquellos/as que abrazan su proyecto liberador. Ese amor crea revolucionarios/as. 

Estimados hermanos/as y compañeros/as: como Iglesia Evangélica Pentecostal tenemos la laboriosa tarea de seguir recuperando nuestra identidad, debemos ser rebautizados por el amor, y llenos del Espíritu Santo transitar el camino revolucionario trazado por Jesús. 



Pastores Diego Mendieta y Gabriela Guerreros

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