miércoles, julio 29, 2009

IGLESIA, VALORES Y PRINCIPIOS

Los creyentes dedicaban tiempo a recibir la enseñanza de los apóstoles, a estar en comunión con los hermanos, a participar juntos de las comidas y a la oración. Todos tenían una actitud reverente, y el poder de Dios se manifestaba en muchas cosas que hacían los apóstoles. Todos los creyentes se mantenían unidos, y lo tenían todo en común. Solían vender sus bienes y posesiones, y repartir el producto según la necesidad de cada uno. Iban juntos todos los días a participar del culto en el Templo, y compartían los alimentos comiendo juntos en las casas con alegría y generosidad de corazón. Siempre estaban alabando a Dios y a todo el pueblo le caían bien. Y el Señor iba añadiendo a su número los que se iban salvando cada día.
Hechos 2:42-47

En este mes de Julio hemos dedicado nuestra lectura bíblica como en el mes anterior, al libro de los “Hechos de los Apóstoles”, el cual nos ha inspirado a marchar bajo la consigna:

“LA COMUNIDAD DEL ESPÍRITU”

Al observar detenidamente el nacimiento de la Iglesia de Jesucristo, aquella que vivía dirigida e impulsada por el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Dios; nuestras convicciones alcanzan mayor firmeza y nos plantea nuevos desafío.

Encontramos una Iglesia a la que se le delegó un proyecto, una comunidad de hombres y mujeres a los que se le otorgó la bendita responsabilidad de continuar la misión de Jesucristo, una Iglesia que entendió que la proclamación de la buena noticia y la salvación que Dios ofrece, no puede ser de otra manera que a través de una verdadera liberación en todos los órdenes de la vida (personal y comunitaria).

Una Iglesia que concibió la misión de Dios, como la misión de todos/as los/as que se dejaban inspirar por el Espíritu de Cristo y no como el trabajo de “algunos pocos iluminados”.

Comunidad que entendió que su labor debía ser pastoral y profética; y como tal levantaría la furia de los “poderosos”, de los que se beneficiaban oprimiendo al pueblo y de la cúpula religiosa cómplice. Pero esa “oposición” no solo sería externamente, sino que también se daría en el seno de la misma, de parte de aquellos/as que impulsados/as por sus intereses personales y egoístas, intentaban personalizar el trabajo comunitario.

Una Iglesia que supo resistir al diablo en todas sus expresiones y aunque la persecución, la cárcel y la muerte sobre los/as que creían en el Reino de Dios, cada vez era más violenta, el poder de la unidad y la llenura del Espíritu de Dios los hacía fuertes para seguir andando. Una Comunidad que celebraba al Dios de la vida, en medio de un contexto de muerte y represión.

Vemos una Iglesia con un profundo y amplio sentido comunitario, solidario, e igualitario; donde tenían las cosas en común, donde de cada cual se esperaba según su capacidad y a cada cual se le daba según su necesidad. Era la Iglesia de Dios, una Iglesia de puertas abiertas, una Iglesia de todos y para todos.

Ahora, en estos tiempos de cambios en nuestra América Latina, cuan difícil pero necesario es permanecer fieles a esos principios y valores; que importante e indispensable es ser llenos del mismo Espíritu Santo, y entender verdaderamente la misión de Dios como la misión de todos/as; es elemental que la Iglesia tenga expresiones realmente pastorales y proféticas en el medio donde actúa.


En estos tiempos, la Iglesia debe engendrar una fe liberadora, debe ser un instrumento de liberación y transformación, debe ser la luz que necesita el mundo entero, debe encender la esperanza de los pobres y oprimidos; debe comprometerse más y más con el Reino de Dios, que es un proyecto de vida para todos/as.


Hoy lamentablemente muchos/as necesitan mantenerse divorciarnos de esa Iglesia, de esos principios y valores, porque no responde a sus intereses personales; porque la estructura, la pirámide se invierte, porque no es redituable y tienen que entender que no somos llamados a ser servidos, sino a servir y que para ser el primero de la fila, hay que aprender a ser el último, entonces se van tristes como “el joven rico” que no entendió en qué consistía el Reino que Jesús anunciaba.

Por los Pastores
Diego Javier Mendieta y Gabriela Soledad Guerreros

PASTORES POR LA PAZ EN CUBA

En su vigésima visita a Cuba los Pastores por la Paz llegaron con una delegación de cuarenta persona en lo que es la XX Caravana de la Amistad Estados Unidos-Cuba.

Los integrantes de la XX Caravana declararon a Prensa Latina que estas visitas son “una gran oportunidad para conocer la verdadera realidad de Cuba, la que no quieren ver nuestros gobernantes” y que “el ideal del comandante Camilo Cienfuegos y del guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara marcan el derrotero revolucionario de la juventud de la Isla”.

La Caravana reúne personas de Estados Unidos, México, Canadá y Europa, deben sortear las dificultades de falta de permiso de las autoridades norteamericanas y siempre vienen con cargamentos diverso de utilidad para Cuba y en las distintas regiones que visitan se dan el espacio de tiempo necesario para conocer el patrimonio histórico de la Isla..

En un reportaje realizado por Granma, Lucius Walker, dirigente religioso que encabeza la Caravana, definió a Cuba como "un símbolo noble de resistencia" y que "No sentimos que la caravana es un salvador para Cuba. La caravana no alivia a la Isla de la larga noche de hostilidad del bloqueo norteamericano” sino que “Más bien es una expresión de solidaridad del pueblo de los Estados Unidos, diciéndole a los cubanos que nosotros estamos en desacuerdo con las políticas de nuestro gobierno; que nosotros no los vemos como el enemigo"

Sobre su accionar, Walker testimonió que "Ha habido momentos duros, en los cuales hemos sido golpeados, hemos sido arrestados” pero que “ni la violencia, ni las amenazas lo han hecho desistir” ni cuando les confiscaron 400 computadoras.

Afirmó que "Cada vez es mayor el número de compatriotas que perciben que el bloqueo contra Cuba no tiene justificación, es inmoral, cruel, y hay mucha gente diciendo: ¡basta, es hora de acabar con eso!"

Sobre la gestión de Obama, sostuvo que “sigue siendo una administración de las malas fuerzas de los Estados Unidos, y aún cuando tenemos la esperanza de que vaya a haber algunos cambios positivos, no estamos ciegos ante el hecho de que hasta ahora las políticas no han variado”

Sobre ese particular Walker piensa que “la premisa para cualquier transformación está en el papel que sea capaz de desempeñar el pueblo norteamericano”.

Al preguntársele “¿Qué les podría ocurrir al regresar a su país?” expreso que “Siempre existe la posibilidad de que, bajo las leyes actuales, seamos multados e incluso encarcelados, pero nada impedirá que continuemos nuestro trabajo de organización y volvamos el año próximo en otra caravana"


29/07 - Publicado por Agencia de Noticias Prensa Ecuménica



Pastores Diego Mendieta y Gabriela Guerreros

viernes, julio 03, 2009

REGRESO A LA CAVERNA

Por Sergio Ramírez. (*)

El golpe militar consumado contra el presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, ha representado para América Latina el regreso a la era de las cavernas, cuando era signo común que los ejércitos actuaran como árbitros finales del poder político. Los regímenes surgidos de los golpes militares fueron un mal propio de Centroamérica por décadas, lo que ganó a estos países el triste título de repúblicas bananeras, denominador común que se extendió hacia todos aquellos otros donde hubiera un ejército dispuesto a ejercer sus prerrogativas de gorilato.


Las imágenes de las calles de Tegucigalpa que vimos en la televisión, con los tanques de guerra y los carros blindados en agresivo despliegue, y las patrullas de soldados en atuendo de combate, volvieron a poner el reloj en la hora más negra de un pasado que parecía sepultado para siempre. Y un presidente levantado a la fuerza de su cama en la madrugada por un pelotón de militares encapuchados que invade su casa, subido en pijama a un avión, y llevado a otro país, son también imágenes de una vieja película que creíamos no volveríamos a ver jamás. Pero están allí, ante nuestros ojos, y corresponden a las realidades del siglo veintiuno.


Las justificaciones legales de toda la trama son torpes. He oído al diputado Roberto Micheletti, nombrado presidente de la república por el Congreso Nacional después del golpe para suceder a Zelaya, que la acción se debió a la orden de un juez, impartida a los mandos militares. Imaginen el tamaño de la artimaña. Un juez que da un mandamiento a quien no debe, porque el ejército no tiene funciones de policía más que bajo un régimen ocupación, y menos puede ordenar a los militares que saquen de su cama a un presidente debidamente electo, que goza de inmunidad, y que lo extrañen del país, desde luego que el destierro no existe ni como medida preventiva, ni como pena, bajo la ley. Sólo usar esta coartada es ya una vergüenza.

La magnitud de la agresión que ha sufrido el orden democrático en Honduras, deja atrás cualquier debate acerca de la precaria situación en que el presidente Zelaya se había puesto en los días anteriores al golpe militar. Parado en el filo de la navaja, no supo hacer una lectura sensata del balance político de fuerzas, cuando todo se acumulaba en su contra. Horas antes de ser sacado violentamente de su casa y del país, había perdido el respaldo de la Asamblea Nacional, que luego votó de manera unánime su sustitución; de su propio partido, el Partido Liberal, cuyos diputados votaron todos por la sustitución, junto con los de los otros partidos; de la Corte Suprema de Justicia, del Consejo Electoral, y de la Fiscalía; de buen número de los medios de comunicación con los que había entrado en una áspera pugna, de las cúpulas de empresarios, y de la jerarquía de la Iglesia Católica. Se hallaba solo, y no parecía reparar en ello.

El presidente Zelaya se olvidó, Dios sabe por qué, del terreno que estaba pisando, al insistir en llevar adelante una consulta popular, organizada por él mismo, y que debió realizarse el propio domingo de su derrocamiento, cuando los otros poderes del estado se lo habían prohibido bajo argumentos de inconstitucionalidad. Conforme esta consulta, pretendía obtener respaldo para hacer que en las elecciones generales de noviembre próximo se instalara una cuarta urna en la que los ciudadanos debían votar si quería un cambio de Constitución Política, algo que el Consejo Electoral le había ya negado, con el respaldo de la Corte Suprema de Justicia.

Siguió actuando con atolondramiento cuando ordenó al Ejército desembarcar el material electoral de la consulta, llegado desde Venezuela, y repartirlo en los centros de votación; y cuando el jefe del ejército se negó, hizo destituirlo, para que de inmediato sus adversarios en los otros poderes del estado respaldaran al destituido, previa renuncia de todo el estado mayor en solidaridad con su jefe. Para provocar una crisis de este tamaño, el presidente debió sentir que tenía alguna clase de respaldo sustancial. ¿Pero dónde estaba ese respaldo? ¿En qué instituciones? ¿En qué organizaciones populares, en qué sindicatos, en qué partidos políticos, en qué corporaciones? ¿Contaba acaso con la mayoría de la opinión pública?

Siento que el presidente Zelaya se vio en otro país que no era Honduras, y subestimó el poder de los estamentos conservadores, que miraron con antipatía y desconfianza su alineamiento con la izquierda populista que representan Chávez y Ortega, y su amistad con Fidel Castro, una legítima escogencia personal suya, de todas maneras. Es, al menos, uno de los argumentos que de manera solapada utiliza Micheletti para justificar el golpe: ha dicho que Zelaya, su correligionario liberal, cambió de ideología en el camino, y "se volvió de izquierda", lo que al fin y al cabo le cobraron con el golpe militar.

Los errores de apreciación política del presidente Zelaya, que no advirtió el terreno que estaba pisando, y sus enfrentamientos con el orden legal para promover un cambio constitucional que le permitiera la reelección, como es ahora el impulso de los líderes en el gobierno en no pocos países de América Latina, se vuelven anecdóticos. Fue depuesto de manera ilegal y brutal, y eso es lo que cuenta.

La prueba de fuego es ahora para la Organización de Estados Americanos (OEA), que debe demostrar si es capaz de hacer valer su Carta Democrática. No puede haber trasgresores del orden constitucional, ni los golpes militares pueden quedar en la impunidad.+ (PE)


*Sergio Ramírez es escritor y ex vicepresidente de Nicaragua.


Más información en www.sergioramirez.com

miércoles, julio 01, 2009

El Consejo Latinoamericano de Iglesias condena el golpe en Honduras

El Consejo Latinoamericano de Iglesias a través de su Secretaría General emitió una carta dirigida a las iglesias y organismos ecuménicos Miembros del CLAI en Honduras. El Consejo Latinoamericano de Iglesias que reúne más de 170 iglesias y organismos ecuménicos en 20 países de América Latina y Caribe, tiene como uno de sus objetivos promover la unidad del pueblo de Dios en América Latina como expresión y como signo de contribución de la unidad del pueblo latinoamericano.

“Repite siempre lo que dice el libro de la ley de Dios, y medita en él de día y de noche, para que hagas siempre lo que este ordena. Así todo lo que hagas te saldrá bien.” Josué 1.8

A las iglesias y organismos ecuménicos
Miembros del CLAI en Honduras

Estimados hermanos y hermanas:
Saludos fraternales en Cristo Jesús.
Mucho nos está preocupando las noticias que escuchamos de vuestro país como resultado del golpe de estado contra el Gobierno del Presidente José Manuel Zelaya Rosales que produjo una alteración inconstitucional del orden democrático. Las imágenes cerca de la Casa Presidencial nos presentan escenarios de violentas cargas policiales y la Cruz Roja atendiendo a decenas de personas contusionadas, algunas de ellas con heridas abiertas en la cara.

El Consejo Latinoamericano de Iglesias que reúne más de 170 iglesias y organismos ecuménicos en 20 países de América Latina y Caribe, tiene como uno de sus objetivos pro­mo­ver la uni­dad del pue­blo de Dios en Amé­ri­ca La­ti­na co­mo ex­pre­sión y co­mo sig­no de con­tri­bu­ción de la uni­dad del pue­blo la­ti­noa­me­ri­ca­no. La acción de un grupo de militares en la Casa Presidencial en Tegucigalpa el domingo 28 de Junio y luego la violenta represión militar, viola el espíritu de unidad en la lucha y defensa de la democracia en nuestro continente.

La democracia no contempla la alternativa del golpe de estado para la resolución de conflictos. El respeto a la Constitución de nuestros países debe manifestarse en todos los momentos políticos, tanto momentos de tranquilidad como momentos de conflictos.
Como Iglesias comprometidas con el Dios de la Vida que reclama la justicia, la paz y el derecho, nos solidarizamos con las iglesias y con el pueblo hondureño. Reclamamos la reconstitución de la tranquilidad democrática – que respeta la diversidad y las diferencias y busca resolver los conflictos por medio del dialogo y del respeto a la voluntad popular. Entendemos que la reparación de la constitucionalidad solo será posible con la reconducción del presidente Zelaya a sus funciones, mandato que le fue otorgado por el pueblo hondureño.

En anexo enviamos el texto “regreso a la caverna” del ex vicepresidente de Nicaragua Dr. Sergio Ramírez como auxilio para entender la compleja situación en Honduras.



Con Paz y Bien y hermanos en la fe.

Rev. Nilton Giese
Secretario General del Consejo Latinoamericano de Iglesias



Por los Pastores Diego Mendieta y Gabriela Guerreros
ATENCIÓN!!! Nuevo lugar de reunión de la Comunidad Pentecostal Dimensión de Fe - Domingos 10hs en la Casa Ecuménica Popular - Manuel Artigas 6989 - Mataderos - Capital Federal

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